Todos conocemos el universo, por medio de la
televisión, o de fotografías, En algunas podemos distinguir la tierra dentro
del sistema solar, en otras la vía láctea, en ellas la tierra no se alcanza a
apreciar, y en otras vemos todo el
universo conocido, ahí la Vía Láctea ya no se ve, ni siquiera como un puntito.
Dentro de toda esa inmensidad, la tierra es parte
constitutiva e indispensable de ese universo, porque el universo tiene un orden
perfecto. Todo posee armonía y sentido, cada planeta gira alrededor de su
órbita sin salir de ella, todos tienen una temperatura ideal, por ejemplo, si
Júpiter hubiera tenido unos cuantos grados más de calor, hubiera sido un sol, y
la tierra estaría seca, no había vida y nosotros no estaríamos aquí., si a la
tierra se le ocurre salir de su órbita se produciría un choque que haría
estallar.
O tal vez en el transcurso de los millones de años
que tiene el universo algo hubiese sido diferente, con toda certeza las
condiciones de nuestro planeta no hubieran sido favorables para la vida.
Cuando admiramos toda la grandeza del universo nos
sentimos pequeños frente al infinito, sin embargo, ante esa grandeza, podemos
descubrir nuestra propia grandeza; es cuando comprendemos que el orden de todo
el universo, desde su creación, fue necesario y es necesario para que yo esté
ahora aquí. Porque no estamos aquí por casualidad.
Es fascinante descubrir que somos parte de ese
infinito, que pertenecemos a él y que nuestra vida, mi vida, la vida de cada
uno de nosotros, tiene un significado dentro de toda esa enorme inmensidad.
Cuando descubrimos las circunstancias en que se conocieron
nuestros padres, nos causa asombro. En ocasiones aquel encuentro estuvo rodeado
de alegría, de apoyo y felicidad. En muchas otras, quizás existió dolor y
sufrimiento y lo sigue habiendo. De todos modos, cualquiera que haya sido la
situación, el encuentro depende de pequeños detalles, pudo haber sido una
puerta cerrada o abierta, el olor a un perfume, el color de un vestido, una
sonrisa, un amigo... Tuvo que ser necesario que nuestros padres se conocieran y
se amaran, en un momento preciso para que nosotros pudiéramos nacer.
La vida es un milagro, todo el universo en orden
infinito para que la tierra tenga las condiciones de vida para que nosotros
podamos existir.
Pudimos haber nacido en este siglo pero en otro
lugar como en Irán, con toda su tragedia de violencia y odio, o en el polo
norte, o en Chiapas, o con parálisis cerebral...
Todos pudimos haber nacido en otro lugar, en otras
circunstancias y sin embargo nacimos aquí y ahora, dentro de un orden perfecto
del universo y de la historia, sin realizar ningún mérito, no hemos nacido en
la más tremenda de las miserias.
Dios por puro amor nos ha dado el don de la vida y
la vida es un viaje; y la travesía de nuestra propia existencia es la más larga
y emocionante y no la podemos evitar. Estamos ya en ella y más nos vale
prepararnos lo mejor posible para vivirla al máximo. “La vida es un don
maravilloso y es preciso vivirla en abundancia”
Cuando realizamos un viaje, primero decidimos el
destino y la compañía para el viaje.
Te has preguntado:
¿ Has seleccionado bien la compañía con la que haces
el viaje?
¿ Cuál es tu destino?
¿ Cuál tu itinerario?
¿ Cuál es tu meta?
¿ Porqué camino irás?
Debemos tener dominio sobre nuestra vida y no dejar
que nos manejen las circunstancias internas o externas a su antojo.